Esto de las bodas es algo que siempre me ha mantenido dividida. Por un lado, cuando he asistido a una, acabo llorando la gota gorda. Me parecen eventos tan emotivos y llenos de sentimientos (aaay! suspiro) pero por otro lado siempre me ha parecido un engorro, algo forzado y un pastelazo de tradición absurda.
Más me valía haber estado callada cuando juraba y perjuraba «Yo nunca me casaré. Qué chorrada«.

Con Albert lo hablamos en varias ocasiones, especialmente cuando empezamos a ser conscientes de que teníamos intención de estar juntos el resto de nuestras vidas. Sin embargo para él, la idea de tener un hijo en común, era algo que quería priorizar, ya que no hay mejor muestra de amor para una pareja que consolidar su relación con este regalo de por vida.

Foto Joan Valera

Foto Joan Valera

Y una vez que llegó Ares a nuestras vidas, empezamos a plantearnos la idea de formalizar legalmente nuestra situación familiar. En su día hablamos de ser pareja de hecho, pero yo no acababa de verlo claro. Y recientemente leyendo posts como este de Diana de Feliz en brazos, aún me reafirmaba más en la idea de que aquello no recogía del todo ciertos aspectos que podrían llegar a ser importantes en el futuro. Yo no entiendo mucho y las condiciones varían mucho en función de la Comunidad Autónoma donde residas, pero por ejemplo, por mencionar alguna de las diferencias, las parejas de hecho no pueden tributar la declaración conjunta del IRPF y en la mayoría de casos tampoco disponen de permisos laborales (aunque a mí estos dos aspectos no me afectan en absoluto, la verdad). Y ya no entro en casos de pensiones por viudedad, herencias, etc.
En resumen, que ya que nos poníamos, pues mejor hacerlo «bien». Además, en mi caso tengo una familia más bien abundante y me hacía mucha ilusión poder compartir con ellos este momento. Y no nos engañemos… aunque nunca lo había admitido públicamente, me muero de ganas de vestirme de novia y montar una fieshhta bien chuli!

El hecho de tener un hijo, en nuestro caso, no nos ha frenado si no todo lo contrario. Ha sido posiblemente una de las razones principales. Tuvimos dudas sobre si esperarnos a formar una familia completa y casarnos luego, pero luego pensé que igual me iba a llevar unos cuantos años más y que vete tú a saber dónde y cómo estaríamos para entonces. Yo soy de las que dice «no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy». Y hasta la fecha aún no me he arrepentido de nada de lo que he hecho.

¿Y vosotras creéis necesario contraer matrimonio cuando hay hijos de por medio?