Hoy el pequeño de la casa cumple 18 meses (o un año y medio para los que no cuenten en meses) y cuando echo la vista atrás, siento que cada día que pasa está más cambiado. Desde que empezó a caminar, no ha dejado de evolucionar a una velocidad de vértigo y desde que nació me doy cuenta que el tiempo pasa demasiado rápido y que son tantas las cosas que nos enseña a diario que a veces ni yo logro entender.

Ahora tarda menos en dormirse (aunque continua durmiendo mal), come de todo, siente curiosidad por probar cosas nuevas, quiere coger el tenedor él solito y meterse la comida en la boca, nos llama «mama» y «papa», habla por los codos, le encanta ir a la guardería, pide agua cuando tiene sed, hace el payaso y nos hace reír, nos imita buscando complicidad, sube y baja los bordillos con mucha soltura, le encanta trepar por cualquier terreno que le llegue a los hombros: sillas, sofás, cama, etc. y entiende gran parte de las cosas que le decimos.

Lo que más me ha sorprendido es descubrir que tiene un carácter muy fuerte desde tan temprana edad. Hace ya meses que intentamos gestionar sus rabietas y no deja de retarnos en situaciones límite. Lo cierto es que sus padres son de armas tomar, especialmente su madre, así que no es de extrañar que tenga unos genes tan revolucionados. A veces tengo la sensación de que se me está poniendo a prueba a ver hasta dónde llega mi paciencia y yo me sorprendo de ver que no lo llevo tan mal. De momento.

altotajoSin duda alguna, Ares ha marcado un antes y un después en nuestras vidas y nos ha convertido en personas nuevas que han cambiado el orden de prioridades en la vida. Él lo merece todo. Él lo es todo.

¡Cuántas cosas aprendemos cada día!, esa inocencia y esa ingenuidad me tienen cautivada y sé que lo mejor aún está por llegar.
¡Felicidades chiquitín! y gracias por estar en nuestras vidas.