Y la última parte de nuestras vacaciones por el País Vasco acabó en la preciosa ciudad de Donostia (San Sebastián), donde Albert vivió durante unos años antes de conocerme y aún no habíamos tenido la oportunidad de visitar en familia.

Aquí sí que nos alojamos en la Pension Altair, siguiendo la recomendación de un amigo donostiarra y lo cierto es que quedamos super contentos. Dormir en San Sebastián es caro, y aquí pagamos unos 80€ la noche en el barrio de Gros, un barrio muy céntrico y a la vez tranquilo que me dejó enamorada. Muy cerquita de la playa Zurriola y a 200 metros del Kursaal.

Aprovechamos para comer en un sitio «diferente» y con una ubicación privilegiada, fuera del bullicio pero con vistas al mar: Belgrado. No es bien bien un restaurante, sino un bar de sandwiches y ensaladas integrado con otros pequeños puestecitos de artesanía (quesos, jabones, ropa, artículos de decoración…). Nos quedaba a un paseo de la pensión y tuvimos la suerte de encontrarlo muy tranquilo. El baño tiene cambiador de bebés y el ambiente invita a quedarte toda la mañana leyendo un buen libro (no par nosotros, claro). Vale mucho la pena.

Muchas recomendaciones no puedo haceros porque sólo estuvimos 2 días y dedicamos un tiempo a ver viejas amistades de Albert, así que nos limitamos a hacer largos paseos por el Paseo de la Contxa hasta llegar al monumento de Chillida «Peine del viento» y poca cosa más.

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Peine del Viento, de Eduardo Chillida

La subida y bajada de la marea cada 8 horas aproximadamente es todo un espectáculo, al menos para mí que no estamos acostumbrados a este fenómeno en el Mediterráneo.

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Estuvimos de pintxos por el Parte Vieja. Es lo más. La mejor manera de ir picoteando sin enterarte. Y lo curioso es que resulta relativamente barato. Un pintxo y una copa de vino ronda los 3€. Vamos, lo mismo que cuesta en Barcelona, pero sin pintxo. Y sin darte cuenta, con 3-4 pintxos vas matando el hambre.

Muy cerquita de ahí, y al lado del Ayuntamiento, hay un tiovivo precioso y muy antiguo (data del 1900) y verlo iluminado es todo un espectáculo. A mí me parece uno de los más espectaculares que he visto hasta la fecha.

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Lo que sí puedo deciros que en este viaje no hemos podido hacer visitas culturales. Hemos querido pasear y disfrutar del ambiente de las calles, de los amigos y de la comida. Y descansar.

Con los peques no puedes perderte ir al Monte Igeldo. Nosotros fuimos en funicular y fue toda una experiencia para Ares, que es un fanático de todo tipo de medios de transporte.

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Una vez llegas arriba te encuentras con unas vistas que quitan el hipo. Espectaculares… Si ya es bonita la ciudad, verla desde arriba es alucinante.

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También hay un pequeño parque de atracciones. Es muy antiguo pero tiene su encanto. Y es apto para niños pequeños así que ellos están felices.

No nos dio tiempo de visitar el Acuarium, el museo de la ciencia Eureka, el monte Ulía y otras muchas cosas que son muy recomendables para visitar con niños. Aquí ya dependerá un poco del tiempo que tengáis. En este enlace os dejo algunas ideas.

¿Qué os ha parecido nuestro viaje? Como veis sin ser nada del otro mundo disponemos de auténticas maravillas tan cerquita nuestro… Ya estoy pensando en próximos destinos para ir el próximo año. ¿Sugerencias?