La idea de ir a Lisboa con niños no era una cosa que estuviera en nuestros planes iniciales. Soy consciente de que no es una ciudad fácil para viajar con silla de paseo (por las calles adoquinadas, escaleras y pendientes). Pero yo soy mujer de contrastes y la idea de pasarme todas las vacaciones en la playa tampoco me atraía (te lo dice una que tiene la playa a 10 minutos de casa).

Y así fue como decidí invertir parte de nuestras vacaciones en la capital de Portugal. Además, aunque yo ya había hecho una breve visita hacía varios años, me faltaron muchas cosas por ver, especialmente Sintra y Cascais, dos ciudades que les tenía muchas ganas y de las que os hablo al final del post.

Nuestro apartamento en Lisboa (edificio amarillo)

La elección del apartamento no fue fácil ya que al viajar en coche, nos resultaba caro dejarlo en un parking y tampoco quería irme a las afueras para tan pocos días. Logré encontrar un sitio con parking incluido (no es muy común) en este apartamento en el barrio de São Bento y estuvimos muy a gusto. Es cierto que la cocina no tenía muchos utensilios y tuve que comprar hasta un estropajo para lavar los platos. Pero el apartamento era cómodo y la ubicación nos gustó mucho.

Antes de continuar quiero deciros que este post será mucho más completo si ves el vídeo que he subido a mi canal de Youtube y que te dejaré insertado al final. Allí se pueden entender mejor algunos conceptos y también te explico cosas esenciales como algunos imprescindibles que nos llevamos de viaje, cómo hago 1 sola maleta para los 4 (sólo posible en verano), comida sin gluten y otras cosas que me habéis ido preguntando.

Pasear por Lisboa es una experiencia para los sentidos

La ciudad de Lisboa no te la acabas. Cada rincón, cada calle, cada edificio tiene muchísima personalidad. Precisamente ese aspecto decadente que ofrece la ciudad es lo que más me llamaba la atención.

Elevador da Bica

Llegamos sobre las 17h de la tarde de un domingo (nuestro recorrido fue Sitges-Madrid (hicimos noche)-Badajoz (parada para comer)-Lisboa) y en cuanto dejamos las cosas en casa salimos a descubrir la ciudad.

Pink Street, Rua Nova do Carvalho

Llegamos a la Plaza del Comercio y descubrimos unas paraditas para picar algo. A Ares se le antojó chorizo y a mi una sangría que nos sentó de miedo. La tarde nos acabó regalando un precioso atardecer sobre el río Tajo.

Un tour histórico por Lisboa apto para niños

A la mañana siguiente no pude resistirme y me comí un pastelito de nata (pastéis de Belém). Sorprendentemente acabamos en una vieja pastelería del centro de la ciudad donde desayunamos los 4 por solo 3€.
A las 11h había reservado un tour gratuito por la ciudad a través de Civitatis. Muy recomendable. Nuestro guía fue Fernando y mantuvo nuestra atención durante las casi 3 horas que duró el recorrido. Pensé que los niños no aguantarían tanto pero lo hicieron y se adaptaron al grupo (éramos unos 20). Es cierto que al final ya se hacía un poco pesado para ellos pero como vas andando y el guía va explicando anécdotas, se hace muy ameno. Al final del tour cada persona decide lo que quiere pagar. Lo hacen también en otras ciudades del mundo.

El punto de encuentro además estaba a solo 10 minutos de casa, en la Plaza Luis de Camões. De allí callejeamos hacia el barrio de Chiado, el más bohemio de Lisboa y nos paramos en el Mirador de San Pedro de Alcántara, que ofrece unas vistas espectaculares del Castillo de San Jorge, la catedral de Lisboa y el casco histórico.

Elevador Santa Justa

El elevador de Santa Justa lo vimos desde arriba (desde la parte trasera) y así nos evitamos subir el ascensor. Lo que merece la pena son las vistas, así que de esta manera te ahorras colas y dinero.

Mirador de Santa Justa

Lisboa no se entiende bien sin un poco de historia sobre un país que llegó a ser una de las principales potencias del mundo del siglo XVI gracias a su posición estratégica entre América, África y Europa.

Al acabar el tour estábamos hambrientos y decidimos probar una de las recomendaciones que me habíais hecho varias personas, la marisquería Uma. Se trata de un sitio muy tradicional y pequeñito, sin mucho glamour que ofrecen un arroz caldoso con bogavante y con unos precios muy asequibles. Lo que no sabíamos era que tendríamos que hacer cola. Al verla, pensábamos que iría más rápido pero sin darnos cuenta esperamos 1 hora.

Disfrutando de un arroz con bogavante en la Marisquería Uma

El arroz estaba muy bueno pero mi recomendación es que vayáis por la mañana y reservéis (no aceptan reservas telefónicas) para evitaros esperar tanto. En el vídeo os lo explico bien cómo fue la cosa.

Para compensar por la pesada espera, prometimos a los peques llevarles al tranvía por la tarde. Así que quisimos ir a la primera parada del número 28, que es el que recorre todo el centro histórico, el más famoso por excelencia. Si no quieres agobiarte con tanta gente, también puedes coger el 12 o 15 por ejemplo. Finalmente también tuvimos que esperar otra hora de cola para ir sentados (estos son los inconvenientes que tiene viajar durante el mes de agosto). Así que nos armamos de paciencia para esperar pero teníamos claro que con los niños no iríamos de pie. El precio del billete era de unos 2,90€ por adulto y los niños no pagaron.

Goran en el histórico Tranvía 28

La cara de Goran fue todo un poema durante todo el rato. Disfrutaron muchísimo aunque desafortunadamente tuvimos que dejarlo antes de tiempo por un accidente de otro tranvía que iba delante del nuestro. Nada grave pero sí un poco aparatoso (en el vídeo también podréis ver el tranvía accidentado).

Atracciones para niños pequeños en Lisboa

Como en todas las grandes ciudades, hay infinidad de atracciones para ir con niños aunque nosotros no queríamos estar en ningún sitio «encerrados» y preferimos exprimir la ciudad al máximo. El único entretenimiento que nos permitimos fue el Hippotrip porque creímos que a los peques les encantaría la sensación de hacer un tour con un autobús híbrido que también va por el agua.

Ares preparado para el Hippotrip

Además, con el Hippotrip pudimos ver la zona de Belém que de otra manera no nos hubiera dado tiempo de ver. Este autobús no está permitido para niños menores de 2 años y disponen de alzadores para los niños pequeños. Durante el viaje hay una guía animadora que te va explicando cosas curiosas a la vez que va haciendo bromas. Lástima que solo lo hagan en inglés y portugués. Aún así nos gustó la experiencia.

Lo mejor del Hippotrip para los niños, cuando va por el agua

El resto del día lo dedicamos a pasear por lugares que no habíamos visto. Hicimos una parada técnica para comer en un sitio que nos gustó mucho también, la Casa do Alentejo y donde también tienen buenos precios y comida casera tradicional. Además el lugar tiene un encanto muy especial. Desde la calle ni siquiera parece un restaurante.

Casa do Alentejo

Hicimos un intento de ir al Castillo de San Jorge pero una vez llegamos a las puertas y vimos que había que pagar por ver las vistas, lo descartamos y preferimos pasear por el barrio de Alfama. Este barrio sí que es complicado para ir con sillita y de vez en cuando tienes escaleras. Pero por suerte Albert está fuerte y las baja sin problemas.

Barrio de Alfama

Acabamos nuestra jornada en Lisboa de forma tranquila pero caminando bastante. Para que las caminatas con los niños sean placenteras, siempre buscamos alternar visitas culturales con parques o lugares que les causen interés. Es mejor así porque si pierden el interés se aburren y se sienten más cansados.

Barrio de Alfama

Y justo al dejar el barrio de Alfama y de camino a casa encontramos el Parque das Cebolas, un parque bastante chulo donde aprovechamos para hacer un pequeño picnic en el césped, merendar y descansar.

Parque en el Campo das Cebolas

Sintra y las visitas obligadas al Palacio da Pena y Quinta da Regaleira

Uno de los días que estuvimos en Lisboa los dedicamos a hacer una excursión por los alrededores de la capital. El Parque Natural de Sintra es casi visita obligada pero deberás saber que tienen un microclima muy particular y en nuestro caso la niebla no nos dejó disfrutar plenamente del día.

Palacio da Pena

En esta zona hay muchísimas cosas que ver pero para centrarnos y no agobiarnos con tantas visitas decidimos dos puntos estratégicos de los que habíamos escuchado un montón de cosas bonitas: el Palacio da Pena y la Quinta de la Regaleira.

Es recomendable ir a primera hora. Nosotros aún sabiéndolo, nos presentamos como a las 11h y había una cantidad de gente brutal. La parte buena de ir con niños la encontraréis precisamente en este lugar, ya que si viajas con niño de hasta 2 años que lleva sillita, te dan acceso prioritario y nos evitamos cerca de 2 ó 3 horas de cola.
También puedes evitar colas reservando una excursión con guía en hellotickets.es.
El precio por entrar era de 14€ por adulto y los niños no pagaron.

Al fondo, la Quinta de la Regaleira

Las multitudes siempre son agobiantes y admito que no fue fácil tampoco para los peques. Fuimos a comer antes de ir a Quinta de la Regaleira y cuando llegamos, Goran se nos durmió justo al inicio de la cola. La visita era demasiado larga para hacerla en brazos y no quisimos alterar su sueño. Así que una vez en la puerta, dimos marcha atrás y nos fuimos. Una verdadera lástima pero espero algún día volver. De momento me quedo con esta imagen.

Cabo da Roca, El Guincho y Cascais

Antes de volver a casa queríamos pasear brevemente por Cascais y mi capricho era además acercarme al Cabo da Roca, el punto más occidental de la Europa continental. Los niños, que seguían con la siesta se quedaron durmiendo en el coche así que me fui yo sola a verlo. Hacía mucho viento y seguía la niebla y el mal tiempo, así que lo vi pero con un sabor un poco más agridulce que si hubiera brillado el sol. El lugar tiene un faro muy bonito y una cruz aunque a mí me gustaron más los acantilados.

Vistas desde los acantilados del Cabo da Roca

Una vez abandonamos la zona de Sintra y vimos de nuevo brillar el sol, vimos la primera playa portuguesa, la de El Guincho. Es un lugar muy frecuentado por suferos y me pareció que tenía un encanto especial así que ahí que pedí una foto postureo.

Playa de El Guincho

Y nuestro recorrido acabó finalmente en Cascais y Estoril, lugares de veraneo de la burguesía lisboeta,ñde «turismo de lujo» por decirlo de alguna manera.

Una cosa que descubrimos en Cascais fue una pequeña heladería donde hacían todo tipo de helados, gofres y crepes sin gluten. Un auténtico capricho para un celíaco. Tenían incluso una sala aparte para no contaminar los helados que te servían. ¡Muy recomendable la Gelateria Italiana Fabio Lupi!

Heladería sin gluten Fabio Lupi

Por alguna razón nos dejamos las chaquetas en el coche y pasamos un poco de frío. Así que nuestra visita fue bastante breve pero nos sirvió para hacernos a la idea.

Paços do Conselho, Praça 5 de Outubro

Y hasta aquí nuestra aventura en Lisboa. Fueron sólo 4 días en total, de domingo a jueves, aunque el jueves nos fuimos temprano hacia El Algarve y nos quedamos con ganas de más.

¡No os perdáis el vídeo de Youtube para que viváis con nosotros todos los detalles! Y si tenéis alguna duda, podéis dejarla en los comentarios.