Hace ya un par de semanas que la espalda me empieza a dar pequeñas advertencias para que me cuide y me tome las cosas con un poco más de calma. Yo ya de por sí padezco de las lumbares, o como dijo mi traumatólogo «lo que pasa es que tienes el hueso sacro que quiere ser lumbar«. Es decir, para que os hagáis una idea, los huesos del final de mi columna, en vez de mirar hacia abajo, salen un poco hacia afuera, así como si tuviera colita. Y eso hace que de vez en cuando vea las estrellitas.

Obviamente, el hecho de que haya engordado 8 kilos en los últimos 3 meses no ayuda y más cuando ese peso no es proporcional y se acumula todo entre el pecho y la barriga. Además de la falta de deporte y de utilizar la misma postura durante un largo período de tiempo (cuando trabajo o cuando duermo, por ejemplo).
Quejas y lamentaciones aparte, sólo tengo dos caminos que afrontar:

1. Pensar en que aún me queda lo peor del embarazo y esto va a peor, lo cual es muy poco esperanzador
2. Utilizar al Santo Bendito de mi novio para que me manosee un poco de vez en cuando

masaje de piesPara el que no tenga esta segunda práctica y barata opción y prefiere recurrir a su compañera de piso, amiga, confidente, primo, padre o vecino, también recomiendo echar un vistazo a estas fotografías que ilustran paso a paso ejercicios caseros que podrán ayudarte a relajar tus músculos tras una larga jornada.

¡Suerte!