Hace unos días que fue mi cumpleaños y decidimos celebrarlo juntos en familia en un castillo. Como auténticos Reyes. Conocimos de la existencia de Le Château Les Carrasses gracias a nuestra estancia en Le Château Capitoul en 2020, otro de los castillos con los que cuenta la compañía.

Si buscas un lugar especial, tranquilo, de primera categoría y con todo tipo de comodidades, quédate hasta el final y te cuento cómo ha sido nuestra experiencia.

El Château Les Carrasses está situado en la región de Languedoc, y muy cerquita del paso del Canal du Midi y de la ciudad de Narbona, en el Sur de Francia. A tan solo 3 horas en coche y tren de Barcelona.

Y aunque ya sabíamos el aspecto que tenía por las fotos, te aseguro que la primera vez que lo ves, no deja indiferente por su imponente belleza rodeada de sus viñedos.

Un lugar de ensueño para disfrutar en pareja o en familia

Una de las características que más he valorado de Château Les Carrasses es precisamente la tranquilidad que envuelve el entorno y la comodidad de sus villas. Hablamos de un concepto exclusivo: alquiler de residencias privadas con los servicios de un hotel de lujo.
Por eso es un lugar ideal para desconectar, ya sea en pareja o en familia.

Los niños pueden disfrutar de los servicios del kids club en verano, pero también tienen pista de tenis, bicicletas gratuitas disponibles, pista de petanca y por supuesto, la piscina climatizada (hasta el mes de octubre) y un montón de terreno exterior para jugar.

Villas de lujo de primera categoría

Otra de las cosas mágicas que te encuentras en el Château les Carrasses es que cada alojamiento es único y con características propias.

Nosotros estuvimos en La Forge, una villa con capacidad de hasta 6 personas, de 2 pisos (dúplex) y con piscina privada. Fue un sueño.

En la planta baja nos encontramos un gran salón con cocina abierta y acceso directo al jardín con pisicina y un dormitorio con baño. Llama la atención la cantidad de luz natural que tiene, algo que yo personalmente adoro.

En la planta de arriba, dos dormitorios dobles super amplios y ambos con sus baños completos privados. La decoración es exquisita. Sólo lo necesario con un diseño rústico y moderno a la vez.

Al viajar en octubre, la piscina de la terraza estaba fría y no nos bañamos pero nos dijeron que están preparadas con climatizador que se puede activar en caso de solicitarlo previamente. Me parece una alternativa fantástica para sacar el máximo provecho de esta villa de lujo, que junto con la barbacoa forman un combo perfecto para disfrutar de las tardes y noches de buen tiempo.

En el caso de que busques una opción más reducida, también disponen de estudios en la parte principal del castillo. Con el mismo gusto en la decoración y las que probablemente sean las mejores vistas del castillo, resultan ideales para parejas y se adaptan a diferentes presupuestos y necesidades.

Unas instalaciones para disfrutar en familia

Nosotros solo hemos estado 3 días pero si hubiera podido, me hubiera quedado toda la semana allí.

Además de las ya mencionadas anteriormente, el complejo incluye instalaciones para disfrutar en familia. Recomiendo que no tengáis reparos en coger las bicicletas que os prestan y salir a pasear por la finca ¡es enorme!

Mis hijos cada día las cogían y se movían a sus anchas por el recinto. Tienen de varios tamaños y hasta sillita de bebé.

Las instalaciones incluyen también un restaurante de cocina mediterránea. Es necesario reservar porque es pequeño y se llena enseguida ya que está abierto también para no residentes. También tienen la opción de encargarlo a domicilio en la villa. Nosotros lo hicimos la primera noche y fue un acierto con los niños.

Por el momento el Château Les Carrasses no tiene spa pero sí ofrecen un servicio de masajes a domicilio o en Le Mazet, un antiguo refugio para los viticultores que se ha convertido en un lugar único donde disfrutar de un momento de relax. Yo tuve la oportunidad de recibir un masaje justo al atardecer y fue una maravilla.

Residencias de lujo con servicio de hotel

Prepárate para pasar tiempo de calidad en este lugar. Un buen libro es todo lo que necesitarás para relajarte en las tumbonas bajo el sol y disfrutar del arte de «no hacer nada». Dolce far niente lo llaman.

A pesar de que el recinto es enorme, los niños están en un entorno seguro rodeados de naturaleza.

En el patio principal hay un precioso invernadero, La Serre, cuyo diseño se atribuye a Gustave Eiffel. Equipado con cómodos sofás y una biblioteca, es el sitio ideal para relajarse. De día o de noche.

Una historia entre viñedos

La historia de Château Les Carrasses se remonta al siglo diecinueve cuando la familia De-Zelicourt la mandó construir llegando a producir 700.000 litros de vino al año. Pero la filoxera y la devaluación del vino provocó su declive.

En 2008 fue adquirido por una familia irlandesa que, tras importantes reformas, lo transformó en una espectacular finca que alberga 19 residencias independientes de lujo (villas), 8 estudios, un restaurante, una piscina infinity con unas vistas increíbles a sus 60 hectáreas de viñedos, una minigranja y alguna sorpresa más.

La familia Bonfils inició de nuevo la puesta en marcha de la explotación, plantando numerosas vides de variedades aún poco conocidas en la región.

Actualmente se organizan excursiones y catas de vino, también adaptadas para familias. Nosotros hicimos la Wine & Walk con los niños donde paseamos por los viñedos de la mano de Christine y acabamos con una cata muy amena de vinos (y mosto para los niños).

Puedes ver más actividades que organizan en este enlace.

Comprometidos con el medio ambiente

Algo que nos gustó mucho fue ver el compromiso que tienen con el medio ambiente y las diferentes acciones que llevan a cabo para preservar y mejorar el entorno natural y el patrimonio arquitectónico y social del Château.

Uso de materiales reciclados, recursos de bajo consumo, papeleras selectivas, envases reusables y cuentan con cajas de recarga para coches eléctricos.

En el restaurante, productos locales de km0 y de temporada, reduciendo así la huella de carbono. Incluso están construyendo un huerto con ingredientes frescos que usarán próximamente en sus platos.

También tienen una pequeña granja donde los niños pueden aprender sobre los animales de granja e interactuar con gallinas, patos, cabras, conejos, y hasta una vaca. Conocerás al burro Marcelo, el poni Pacha y los cerdos Eliot, Muffin y Nelly.

Nuestros 3 días allí pasaron como un abrir y cerrar de ojos.
Vinimos todos renovados y con las pilas bien cargadas, que falta nos hacía.
Y puedo confirmar que se ha convertido en uno de mis lugares favoritos del Sur de Francia. Aunque aún me falta conocer el Château St. Pierre de Serjac… ¿quizás la próxima primavera?