Durante nuestra última estancia en Narbonne, nos alojamos en un lugar de esos que no te dejan indiferentes: el hotel Château Capitoul. Por eso quería dedicarle un post y enseñároslo al detalle, aunque cabe decir que nuestra visita fue en el mes de diciembre y por tanto no pudimos disfrutar de la piscina exterior ni de un paisaje tan frondoso como el que te puedas encontrar durante la primavera o verano.
Vacaciones en un lugar privilegiado
Este complejo vacacional de 245 acres se encuentra encaramado en la cima de una colina rodeada de viñedos. Es un verdadero santuario de lujo ubicado en los paisajes vírgenes del Languedoc.
Al igual que los mejores vinos franceses, el Château Capitoul es un destino que combina lo mejor de las vacaciones tradicionales en un hotel de lujo, la practicidad del alquiler de una villa, el ambiente relajado y un servicio atento de un club privado. Sin olvidar la autenticidad de estar en una finca vinícola que produce su propio vino.
Nosotros desafortunadamente sólo pasamos 2 noches pero se nos hizo tan corto que volvería de nuevo para disfrutar allí de todo el verano. Es un lugar ideal para pasar en familia pero también con amigos. Las villas son muy espaciosas y con todo tipo de comodidades.
Sus instalaciones incluyen pista de tennis, de petanca, una piscina exterior infinity y dos restaurantes de alta gastronomía. Su ubicación privilegiada, a un paso de la playa y de un montón de lugares con encanto le hacen un lugar perfecto para pasar las vacaciones.
Villas de lujo con o sin piscina
Nuestra villa era de las más «sencillas» y aún así cuando entramos fue un «Wow» en toda regla. Era un dúplex con dos dormitorios pero la cama era tan grande que dormimos todos juntos abajo.
Hay villas de hasta 4 dormitorios con jardín y piscina y la decoración, de la interiorista Jessica Ballion me dejó muy impresionada. Muy minimalista y elegante y con lo necesario para disfrutar de una estancia completa.
Las 44 propiedades que forman el complejo le da apariencia de urbanización. Además no hay circulación de coches y se puede pasear tranquilamente por los senderos sin peligro para los pequeños.
Cada villa tiene una cocina super moderna diseñada y todas tienen sus jardines privados, terrazas y vistas fantásticas, muchas de ellas con piscinas privadas.
En las villas admiten perros, así que tenedlo en cuenta si tenéis un compañero de viaje peludo.
La terraza, con barbacoa propia y hamacas, es el escenario perfecto para las largas noches de verano. Lástima que nosotros apenas la usamos por el frío. Aún así, tomar el café allí de buena mañana fue un momento muy inspirador.
Puede apreciarse que las plantas del jardín han sido recientemente plantadas por lo que en unos años el aspecto será muy diferente y más exuberante.
El Château: un castillo con habitaciones suntuosas y spa
Aunque nosotros no llegamos a visitarlo, el edificio original del Château alberga ocho refinadas y elegantes habitaciones de hotel que combinan el estilo clásico francés con elementos art déco y art nouveau.
Al otro lado del patio se encuentra la bodega con salas de degustación y tienda de vinos y el restaurante Asado, una exquisita brasería con enormes parrillas a la leña y una espectacular terraza.
Pero desde luego, la guinda del pastel es poder pasar un ratito de relax en el Spa.
Durante nuestra estancia pude darme yo misma el capricho y tuve la suerte de no encontrar a nadie, así que lo disfruté como una reina.
El entorno, rodeado por 220 acres de bosques, flora mediterránea y vides, incluye senderos para caminar o explorar en las bicicletas de cortesía que te proporcionan desde el mismo hotel.
Los jardines del Château Capitoul
Con impresionantes vistas de la laguna salpicada de flamencos, los jardines del Château Capitoul han sido creados por el paisajista de renombre mundial James Basson, cuatro veces ganador del Chelsea Gold, incluido el Best in Show de 2017.
James ha desarrollado un entorno de más de cien especies de plantas mediterráneas adaptadas específicamente al paisaje seco y rocoso, capaces de prosperar sin fertilizantes ni herbicidas, y sin necesidad de utilizar el recurso natural más preciado: el agua.
¿Qué te ha parecido este lugar? Si más no, uno de esos alojamientos singulares y con mucho encanto.
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