Nuestro viaje a Croacia empezaba en la Isla de Brač, la tercera isla más grande del país.
Dudé mucho al elegir una isla para visitar, pero Brač no sólo estaba cerca de Split (nuestro aeropuerto de referencia), sino que parecía ser una de las mejores opciones para visitarla en familia.
Como ya os contaba en nuestro post anterior «Viajar de vacaciones a Croacia con niños», llegamos tarde al ferry por culpa de la empresa de alquiler de coche y tuvimos que esperar al de las 18h. Por suerte, pasan cada hora aproximadamente y no había mucha gente esperando, así que fuimos de los primeros en entrar.
Vale la pena subir a cubierta para tomar fotografías, aunque el resto del trayecto preferimos hacerlo desde dentro del barco que es más seguro.
En una hora llegamos a Supetar, la ciudad mas importante de la isla. De Supetar a nuestro apartamento en Sutivan tardamos escasamente unos 15 minutos. Nos perdimos un poco porque Google Maps nos enviaba a la parte de atrás del edificio pero no podíamos entrar con el coche. Teníamos que dar toda la vuelta. Lo que ya os comentaba también en el post anterior sobre la falta de lógica que emplean al numerar las calles.
Los Bretia Apartments son bastante nuevos y modernos y tienen piscina. Nos encantó y el anfitrión fue muy amable. Nuestro apartamento estaba ubicado al lado del parking con lo que no teníamos que subir muchos escalones, que viajando con niños y cochecito se agradece. Pero tampoco teníamos vistas bonitas. Aunque la verdad, poco estuvimos en el apartamento.
Sutivan y la famosa playa de Zlatni Rat, en Bol
El día de la llegada prácticamente lo perdimos, así que nuestra visita a la isla de Brač se redujo a un solo día. ¡Teníamos un montón de planes! Por la mañana visitamos la famosa playa de Bol, la Zlatni Rat situada a unos 45 minutos de Sutivan y uno de los mayores atractivos de la isla.
Llegamos sobre las 11.30h y no habían muchos coches en el parking, así que pudimos dejarlo a la sombra. Pagamos 40 kunas (6€) para 2 horas y nos fuimos caminando hasta la misma punta, que según la marea, puede variar su forma.
La playa es de piedras, como todas las que vimos, y si pisas descalzo es bastante incómodo. El agua, aunque está muy limpia y es de color estaba muy fría así que yo no me bañé y preferí observar a mis chicos desde la toalla.
Pero también hay una parte de bosque que ofrece una sombra muy agradable. A mí me pareció un escenario maravilloso para hacer un picnic con los niños.
Esta playa está bastante concurrida aunque sin llegar al punto de agobiante (creedme que de eso sé un rato viviendo en Sitges) y el hecho de poder elegir entre bosque y playa también tiene su encanto.
El lugar es bastante espectacular, pero lo que no me gustó es tener que compartir el paisaje con los barcos atracados que llegan para darse un baño, en mi opinión, le quita la gracia de poder perder la mirada en el horizonte (soy una romántica).
Justo al lado del “Cuerno de oro”, como también llaman a esta playa, hay otra playa nudista espectacular, me hubiera gustado escaparme un rato pero ya no nos daba tiempo y queríamos ir a comer algo.
Como se nos hizo la hora de comer, encontramos una pizzería en el paseo de Bol que tenía buena pinta, justo al lado del mar. Se llamaba Topolino y las pizzas eran tan grandes que apenas probamos 2 trocitos y el resto nos lo llevamos a casa. Lo mejor, las vistas con las que comimos…
De regreso intentamos ir a Vidova Gora, el punto más alto del Adriático y desde donde preasumíamos unas vistas de infarto, pero finalmente nos dimos media vuelta porque los letreros no nos indicaban la distancia y nos desesperamos un poco pensando que podría estar más lejos de lo que esperábamos (me quedé con las ganas). Además, queríamos aprovechar un rato en la piscina del apartamento porque no íbamos a tener más momentos y claro, queríamos aprovechar bien el día. En el fondo, so confieso que me arrepentí un poco de no haber conseguido llegar. Eso sí, al dejar la ciudad de Bol puedes encontrar también vistas tan espectaculares como ésta.
La piscina de nuestro apartamento resultó también estar muy fría así que tras coger un poco de fuerzas, fuimos a dar una vuelta por Sutivan y comernos un helado, que por cierto son muy baratos comparados con los que venden en Sitges (1€ la bola).
Es un pueblito muy pequeño pero me pareció muy tranquilo y además nos ofreció un atardecer espectacular. Resultó ser un lugar genial para empezar nuestras vacaciones de la forma más relajada.
Al día siguiente nos levantamos, recogimos el apartamento y antes de irnos visitamos la ciudad y capital de la isla, Supetar.
Estas pequeñas ciudades tanto en la costa como en las islas tienen características muy similares: un centro histórico de piedra, una iglesia, un puerto con restaurantes…
Nos confiamos demasiado a la hora de coger el ferry y resultó que había una cola tan grande que lo perdimos y tuvimos que esperar al siguiente. Y nos fuimos a Mostar, ¡Qué ganas teníamos de cruzar la frontera y llegar a Bosnia y Herzegovina! pero eso os lo cuento en el próximo post.
Si te ha gustado, no olvides leer el resto de post que he escrito sobre nuestro viaje a Croacia:
3 Comentarios
Felisa Fernández Fernández
Que bonita playa, los lugares que habéis visitado me parecen preciosos. Ha valido la pena viajar hasta allí, lo habéis pasado en grande viendo tantas cosas. Me encanta el post, gracias.
Sheila
Sí, lo hemos pasado genial Felisa. Aunque estando de vacaciones ¿quién no lo pasa bien?