La experiencia de ser madre es sin duda algo maravilloso desde cualquier punto de vista que se mire. Ahora bien, no ha sido fácil para mí asimilar el gran cambio de vida que la maternidad me ha supuesto. Ya he comentado en anteriores situaciones algunas de las renuncias a las que me he enfrentado y aunque no me arrepiento de nada, admito que he pasado momentos personales complicados en los que he necesitado la ayuda de un profesional.

Primero de todo quiero puntualizar que mi marido además de preparador físico, también es psicólogo. Él tiene una capacidad de digerir y asumir las cosas que le vienen de una forma muy diferente a la mía y lo que es más importante, de transmitir esa sensación de calma que tantas veces necesitamos. Sin embargo, estando embarazada de Goran, yo pasé por varios capítulos en los que no supe gestionar bien el estrés y decidí buscar tratamiento para la ansiedad por el bien de mi bebé y de mi estabilidad emocional y familiar. Y de esta manera, siguiendo el código deontológico de los propios psicólogos, acudí a un psicólogo desconocido.

Y sí, fue mi propio marido quien me animó a hacerlo y buscó a través de www.mundopsicologos.com una opción acorde con sus preferencias. Me costó decidirme por varios motivos: el principal, que me cuesta mucho hablar de aspectos íntimos con un desconocido y el secundario, pero no menos importante, que económicamente suponía un peso importante. Pero lo cierto es que decidí que quería aprender a beneficiarme de saber controlar mi día a día, relativizar mis «problemas», detectar ciertos estados de ansiedad incontrolables que estaba sufriendo e intentar gestionar mis emociones. En general, busqué la manera de mejorar mi calidad de vida mental y lo más importante, que mi malestar no acabase afectando a mi familia.

Foto Noelia Garini

Foto Noelia Garini

¿Cuándo ir a un psicólogo?

Curiosamente ir a un psicólogo sigue siendo un tema tabú entre muchas personas. La creencia de «yo no estoy loca» «no lo necesito» o «menuda chorrada pagar para que me escuchen» es muy recurrente. Muchas veces no somos conscientes de la necesidad de ir a un psicólogo, y no hay un tiempo concreto para decidirlo, pero sí podemos notar ciertos factores que pueden hacernos ver la necesidad de ir a un psicólogo: mala o poca gestión del estrés y del tiempo, sensación de ansiedad, pensamientos negativos recurrentes, bloqueos mentales en temas personales y laborales, irascibilidad en tu día a día, descontrol de tu vida, sensación de ansiedad prolongada (depresión) o simplemente, porque quieres que un profesional de la salud mental (y física) te dé unas pautas para mejorar tu vida basándote en aspectos empíricos y no sólo en sensaciones (como acaba haciendo nuestro entorno: amigos, familiares… a los que pedimos, o no, consejo)

Yo hice un total de 5 sesiones y decidí que tenía suficiente. El tiempo es algo que tendréis que marcar ambas partes. A mí me ayudaron si más no, a reflexionar, a ver las cosas desde otro punto de vista, que no es poco.
El embarazo en sí, nuestras hormonas, el posparto, nuestros cambios de prioridades en la vida… son aspectos que cada uno asume de diferente forma y con diferentes tiempos. Y no hay que temer pedir ayuda, sino todo lo contrario.
¡Ánimo mamis, que nosotras podemos con todo!