Hace tiempo que quería hablaros de este tema con la intención de resolver alguna posible duda que mis posts os puedan generar.
Mi blog empezó hace ya casi 5 años (que se dicen pronto) sin ningún ánimo de lucro. Me gusta escribir y quería contar a modo de diario lo que suponía para mí estar embarazada y qué productos iba descubriendo. Por aquella época, lo creáis o no, ni siquiera sabía qué era exactamente una «bloguera» como tal. Es decir, no sabía que escribir podría llegar a suponer un modo de vida.

Con el tiempo mi blog empezó a gustar más de lo que había esperado y empecé a tener seguidoras fieles que disfrutaban con mis contenidos. Muchas se sentían identificadas y otras simplemente encontraban respuestas a sus dudas o información que buscaban sobre algún producto concreto. Así que esto empezó a crecer. Por consiguiente, las marcas empezaron a darme productos para que os hablara de ellos: cojines de lactancia, biberones, chupetes, básicamente productos de puericultura. Por aquella época me costaba decir que no, porque todo lo necesitaba y yo misma estaba en «fase de pruebas». Me daba igual usar un biberón que otro o un chupete de una marca o de otra.

Pero cada vez eran más marcas que me contactaban y yo cada vez tenía menos tiempo. Como sabéis, al nacer Ares me hice autónoma para poder estar más tiempo en casa y pago mensualmente mis impuestos. Tengo un trabajo a parte de mi blog que es el verdadero sustento con el que pago mis facturas (bueno, de hecho tengo varios trabajos). Así que decidí que el blog, que es el medio donde más disfruto escribiendo, también podría acabar convirtiéndose en una fuente de ingresos y rentabilizar parte del esfuerzo y dedicación que aporto a este proyecto.
Para redactar un post puedo invertir entre 2 y 3 horas (a veces incluso más). Además del proceso de documentación, intercambio de correos, realización y edición de fotografías también hay un trabajo posterior de difusión en rrss y moderación de comentarios. Y ojo, no me malinterpretéis, ¡lo hago encantada de la vida! Pero no hay que olvidar que son 3 horas de mi tiempo que me quito de estar con mi familia, de leerme un libro, de ir al gimnasio o incluso de sueño y/o descanso.

Pero entonces surgen preguntas que seguro te gustaría hacerme…

¿He permitido que mi blog pierda su esencia?

Depende de lo que se entienda por esencia. Yo sigo estando detrás de todo esto y soy la autora y redactora de cada uno de mis posts. A pesar de que algunos anunciantes se han ofrecido a redactar artículos por y para mí, nunca he aceptado. Para mí, eso sería perder la esencia. Por lo demás, aunque reciba remuneración por escribir sobre algunas marcas, la redacción es mía y siempre intento darle un enfoque experiencial y personal siguiendo mi estilo.

¿Estoy vendiendo mi blog?

Yo lo veo como una remuneración al tiempo invertido y un valor hacia mi trabajo. Si una clínica de fertilidad necesita comunicar que necesita donantes de óvulos, ¿Qué mejor manera de hacerlo que a través de un canal donde pueden haber muchas mujeres dispuestas a hacerlo y desconocen cómo hacerlo?. Si una marca de sillas de paseo me ofrece su último modelo para que lo pruebe, ¿qué mejor manera de explicar todas sus prestaciones a través de una redacción detallada con fotos de las características más importantes y que van a leer un montón de mamás que dudan entre un modelo u otro?. Podría comprar todos los productos de cosmética que uso para luego hablaros de ellos, pero ni yo conozco todas las marcas del mercado ni tengo dinero para eso.
Además, considero seriamente que si las marcas van a ganar dinero y popularidad a costa de mi trabajo, creo que al menos deben recompensar mi trabajo.

¿Acepto todas las propuestas que me hacen?

Por supuesto que no. Suelo rechazar todo lo que no siga la línea editorial de mi blog o que no encaja con mis valores éticos y morales. O por qué no decirlo, también he rechazado propuestas que simplemente me han parecido inútiles y/o de mal gusto.

«Si me regalan el producto, tengo que hablar bien de él», te preguntarás…

Mis padres me enseñaron que es de bien nacida ser agradecida pero no por eso voy a mentir. ¡Jamás! Por algo este blog se llama «Palabra de Madre», y siempre os daré una opinión muy sincera. Además, normalmente antes de aceptar un producto, me envían información previa que decido o no aceptar antes de hablar de él. Y si la acepto, es porque me gusta el proyecto, me entra visualmente por sus características o por sus propiedades o porque me parece de interés público. Si no es así, no acepto.
Mi forma de hablaros sobre estos productos o proyectos será lo más objetiva posible. Por ejemplo, siempre puedo deciros «esta silla es un fiasco porque su plegado es un verdadero coñazo», pero resulta que tú no opinas igual porque tú decidiste comprar esa silla precisamente por su plegado, ya que era perfecto para tu tipo de coche y te pareció fantástico. También resulta que esa silla tiene las mejores ruedas del mercado y además un precio muy competitivo que es justo lo que tú estás buscando. ¿Quién soy yo para influirte negativamente en algo que puede convertirse en lo que tú necesitas? En las pruebas de producto intento explicar las características y si algo no me parece bien o creo que puede ser mejorable, también lo digo.

Si después de recibir un producto para hablar de él no me gusta, ¿lo cuento?

Mi manera de redactar es muy personal, y como he dicho en la pregunta anterior, lo que a mí no me gusta, no tiene por qué dejar de gustarte a ti. Soy objetiva pero sincera y si hay algo que no he destacado porque no me ha parecido destacable, siempre puedes preguntarme en los comentarios e intentaré darte la respuesta más sincera que tenga, como he hecho en innumerables ocasiones.

¿Recibo remuneración por todos los post que redacto?

Definitivamente no. Sigo escribiendo post personales como éste que estás leyendo (aunque menos que antes por la falta de tiempo) o incluso sigo hablando de productos que me llegan y que descubro, sin cobrar remuneración alguna. Mi día a día más personal e inmediato lo explico ahora a través de Instagram y no por aquí. El blog no permite la inmediatez de las RRSS y éste lo reservo para momentos más reflexivos.
Además, cuando redacto un post patrocinado, verás que lo indico al final del post.

Si has llegado hasta aquí, entonces debes saber que:

Seguramente como seguidora de este blog en algunos casos te hayas podido sentir poco interesada o incluso decepcionada e incómoda por alguno de los contenidos que publico. Lo entendería perfectamente y no me extrañaría en absoluto que decidieses no leerlo o incluso, en el peor de los casos, dejases de seguirme. La publicidad no es agradable para todo el mundo, hay quien hace zapping y cambia el canal y hay quien la consume con gusto para estar a la última de las novedades. Eso ya lo dejo a tu elección.

Seguro que gran parte de las blogueras que sigues te ofrecen publicidad de una manera u otra, muchas veces puede que ni te des cuenta porque a veces se trata de eso, de que no te des cuenta. Pero no con mala intención, sino de forma totalmente inconsciente: invitación a un evento, cesión de producto, regalos, descuentos, remuneración, etc. Hoy en día es casi obligado si quieres darle continuidad a un blog y no arruinarte comprando producto (ojo, ¡seguro que hay excepciones! aunque yo no conozco ninguna). Desafortunadamente no es mi caso y me encantaría disponer de más tiempo y recursos para escribir de forma altruista pero mis circunstancias personales no lo permiten y no me escondo por ello.

Si después de leer este post te ha surgido alguna duda que te gustaría hacerme, hazla sin reparos e intentaré darte respuesta  en cuanto encuentre el momento para hacerlo. Porque no olvides que con patrocinio o sin patrocinio, detrás de este blog sigo estando yo, Sheila, y estaré encantada de ayudarte a resolver tus dudas, siempre desde el respeto y la argumentación.
Y mil gracias a las que seguís ahí y me acompañáis en el tiempo.

*Fotografía de Noelia Iniesta