Hace unos meses me invitaron a una  charla que fue esclarecedora para mí. Hasta ese momento no me había planteado, bajo ningún concepto, que existe una controversia con el tema de las leche de origen animal. En esta charla no había ninguna marca de leches vinculada ni patrocinadora detrás, es decir, los organizadores fueron el Comité de Nutrición de la AEP, la Fundación Española de la Nutrición y la Fundación Iberoamericana de Nutrición y éstas son algunas de las cosas más importantes que me transmitieron y que tenía pendiente contaros.

¿Por qué controversia? Todo viene fundamentado desde el argumento de que «si ningún mamífero adulto consume leche de vaca, la especie humana tampoco debería hacerlo». Pero lo que es evidente es que a excepción del hombre, ninguna especie adulta la puede consumir de forma natural, es decir, que una vez dejan de mamar, se extingue el consumo. Y además, creo sinceramente que la especie humana no debería de compararse con la animal (en estos términos), ya que ellos tampoco han evolucionado de la misma manera que nosotros y tampoco conducen, ni construyen edificios ni se alimentan como nosotros.

En mi casa hemos sido consumidores de leche desde siempre y supongo que en consecuencia, también les ofrezco yo a mis hijos un vaso de leche semidesnatada durante el desayuno y el resto de la dosis recomendada la aportamos con otros lácteos (se recomienda el consumo de 2-3 raciones diarias de leche y lácteos a partir de los 12 meses de edad).

La leche de vaca, por ejemplo, contiene proteínas de alto valor biológico que contribuyen a un adecuado crecimiento y desarrollo y es la principal fuente dietética de calcio para tener unos huesos fuertes, pero no sólo ésto, también es una buena fuente de vitamina A, vitaminas del grupo B y fósforo. Podéis leer el famoso decálogo sobre la importancia de la leche en la etapa infantil y veréis que no es ninguna tontería. Quiero que miréis atentamente esta tabla para que veáis todo lo que nos aporta un vaso de leche a nivel nutricional.

Con la llegada de las leches vegetales, algunas personas han tomado esta opción como la más «saludable» cuando está científicamente demostrado que aportan un valor nutricional inferior. De la misma manera, he escuchado cosas como que la leche puede afectar a la producción de moco en procesos víricos o incluso que está relacionado con el asma. Pero lo que es cierto es que ninguna de estas dos afirmaciones tienen evidencias científicas.

Estudios recientes además informan que la leche no produce síntomas gastrointestinales, como hinchazón o gases, salvo en aquellas personas que tienen algún grado de intolerancia a la lactosa, para las que se recomienda el consumo de leches sin lactosa.

Quiero dejar muy claro que en este post me refiero únicamente a leche normal, es decir sin enriquecer. Las leches enriquecidas o adaptadas deben usarse cuando hay carencias y para garantizar las ingestas recomendadas alimenticias. Actualmente hay muchos niños con niveles muy bajos de hierro, de calcio o de vitaminas porque no tienen una alimentación equilibrada. Pero si no es tu caso, tampoco hay razón para consumirlas. ¡Y ojo con las cantidades desproporcionadas de azúcar que contienen algunas de esas leches!

A partir de aquí, cada uno puede optar por la opción que mejor le convenga. No hay que olvidar que existen también razones personales e ideológicas por las que uno puede decidir no consumir leche animal y es totalmente respetable, aunque cuando se trata de la salud de nuestros hijos, quizás es interesante que al menos dispongáis de la información más veraz. Existen otros productos que sustituyen en menor medida las propiedades de la leche y en esos casos hay que tener en cuenta las cantidades recomendadas de ingesta para seguir un control de un correcto valor nutricional.

Me encantará leer vuestras opiniones, ¿Qué tipo de leche consumís vosotros? ¿Es la misma que consumen vuestros hijos?

 

La información ha sido extraída de la Sociedad Española de Nutrición sobre el estudio presentado el 1 de junio de 2015 y que puedes descargarte en el enlace. Es muy interesante, por cierto.