No hace mucho que conocí «virtualmente» a Yolanda (fundadora de EcoNiceBaby, la tienda online de productos ecológicos para el bebé)  y le pedí que compartiera su estremecedor testimonio. Su embarazo no fue fácil y nadie le supo decir qué ocurría hasta el final. Yo no tenía muy claro lo que era la preeclampsia (o síndrome de Hellp en su estado más grave) y por lo visto es más común de lo que parece. Pero una vez más, ese espíritu de superación hizo que hoy pueda contarnos su experiencia con una sonrisa en la cara.

Esta es la historia de Yolanda:
«La primera vez que oí hablar de Sheila fue en un programa en TV. Recuerdo que mi hermana, consciente de lo mal que lo pasé en mis primeros momentos como madre, me mandó un mensaje para que lo viera. Ojalá hubiera podido ver algo así cuando nació Gonzalo, por eso, en cuanto me propuso hablar de lo que me pasó, no lo dudé ni un momento.
Mi nombre es Yolanda, tengo un hijo de dos años y medio, Gonzalo, y su nacimiento se complicó con una Preeclampsia/ Síndrome de Hellp. Todo el embarazo pasó bastante tranquilo, con molestias típicas de lo que yo pensaba era un embarazo normal, cansancio, la tripa se endurecía constantemente… En varias ocasiones vi chispitas de luz. Duraban como unos veinte minutos, se pasaban y después todo normal. Hasta que un día comencé a ver las luces, y terminé no pudiendo articular palabra. No podía hablar.
Mi ginecólogo no le dio importancia, al parecer el resto de los parámetros estaban perfectamente y no había ninguna razón para preocuparse. Pero el tema comenzó a complicarse cuando el bebé, alrededor de la semana 30, dejó de crecer. No sabían a qué podía deberse; mi tensión, al menos en el momento en que la tomaban, estaba perfectamente, pero sí que me advirtieron que si continuaba sin crecer tendrían que adelantar el parto.
Fue entonces cuando empezaron a controlarme todas las semanas. En la semana 38, cuando fui por primera vez a monitores en el Hospital de la Seguridad Social, detectaron que mi tensión estaba muy alta, sobre 14/18, y al parecer el corazón del bebé estaba comportándose de manera extraña, que indicaba que podía haber sufrimiento fetal.
Actuaron de urgencias, al día siguiente estaba colándome delante de todas las embarazadas que esperaban para dar a luz, ¡jajaja!, y cuando me di cuenta ya estaba dentro, con la anestesia puesta. Todo fue muy rápido; fue un parto por cesárea y el bebé tardó unos segundos en llorar (unos segundos que se hicieron eternos). Me lo pusieron cerca en la cara, ¡nunca olvidaré su olor a vida! pero inmediatamente después me dijeron que tenían que separarnos. No entendía qué ocurría pero me pidieron que me tranquilizara, que me iban a llevar a reanimación para estar más tranquila.
Por si eso no era suficiente, me trasladaron a la UCI. Mi situación se había complicado tanto, que mi preeclampsia se había transformado en síndrome de Hellp. Bajada de plaquetas, proteinuria, tensión muy alta…. Allí me tuvieron cuatro días, en los cuales lo que más llama mi atención es lo bien que me encontraba, llena de vida, deseando ver a mi bebé.
Me salvaron la vida.
Por supuesto, después fue lo peor, en el estado en que me encontraba, la preocupación por la tensión, por no dormir, porque el niño era pequeño y debía crecer… Por fortuna, sólo duró unos meses, y a día de hoy, todo se ha convertido en una anécdota.
Mi hijo está bien, yo también, y mi marido es el mejor del mundo, llevar mejor cosas de este tipo se consigue gracias a las personas como él.»

Yolanda
Badajoz

Yolanda con su hijo Gonzalo

Yolanda con su hijo Gonzalo

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