Lo reconozco: no soy fanática del deporte, en absoluto. Para mí el deporte es ocio / obligación, según el contexto:

– Un fin de semana de trekking por la montaña: ocio
– Tener que ir 3 veces por semana al gimnasio para quemar las grasas acumuladas: obligación

Ahora bien, reconozco que el que mi novio sea preparador físico ha influido mucho en el hecho de que no me haya puesto como una vaca en los últimos años (pues yo soy de las que tiende a engordar con facilidad).

Es cierto que el embarazo me provoca comer más impulsivamente que antes y con menos remordimientos. Es como que me resigno con el típico «si voy a engordar igualmente, al menos lo disfruto» pero a esto hay que añadir el hecho que el agotamiento extremo que sufro a diario, junto con alguna molestia física de última hora hacen que haya dejado de lado mis pocas sesiones de gimnasio y que el ritmo de crecimiento de mi barriga sea más rápido que de costumbre.

Este fin de semana mi novio me propuso acompañarle en su sesión de jogging, eso sí, en bici de paseo. Me encantó la idea (necesito ese punto de motivación para dar el paso, lo reconozco) y allá fuimos. Fue un paseo matutino breve (unos 8 km en 45 min.), con vistas maravillosas y de lo más saludable.
Lo recomiendo.